Prácticamente cualquier objeto funciona como decoración en el estilo kitsch, desde jarrones, muebles, espejos, llantas, teteras y hasta calcomanías que, si bien no pueden tener relación alguna, coinciden en un patrón: la repetición del mismo objeto –en variedad de tamaños o colores- y que generalmente fungen como marcos para que dentro de la misma saturación exista un orden y cada artículo pueda apreciarse individualmente.
Otra característica del estilo kitsch en decoración de interiores es el color, especialmente, aquel que seduce a la mirada instantáneamente por su brillantez como las tonalidades neón, el rosa mexicano o chicle, el azul cielo, rojo cereza y verde manzana son las favoritas.
Pese a que los colores mencionados pueden servir como base de colorimetría, los aspectos dorados resultan atractivos en este concepto al ayudar a reforzar la intención de crear un ambiente lujoso, aunque la decoración sea del costo más económico o sin materiales de gran calidad.
Figuras religiosas, pequeños juguetes de infancia, cajas frutales de madera, muñecas rusas, gatos de estilo “zhaocai mao” (que mueve un solo brazo), pósters de cine retro (preferencialmente de serie B o de culto), luces neón o luz negra y textiles de efecto peluche, son las principales guías de decoración que se buscan replicar en el concepto decorativo de la estética kitsch, que ya en conjunto y en su presentación final pareciera ser un museo de coleccionista sin temática específica o una cápsula del tiempo en donde todas las épocas convergen.
Aunque el kitsch está asociado al mal gusto y en ocasiones se le llama de forma despectiva como “naco”, la decoración está lejos del uso peyorativo de la palabra, pues en el imaginario colectivo de México el concepto “naco” se utiliza en mayor parte como una ofensa para describir a personas de bajo estrato económico y la estética popular.
Económico, la primicia
Otra de las atribuciones a que el estilo decorativo kitsch se haya vuelto tan popular tiene que ver con su relativo precio económico en sus artículos decorativos, pues la mayoría de objetos suelen adquirirse en bazares, ventas de cocheras, tiendas de mayoreo y tianguis o baratillos en donde se ofertan objetos dañados o incompletos, que con un poco de pintura pueden obtener un segundo respiro.