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¡Evita tenerlos en CASA! PROFECO advierte sobre los RIESGOS de comer QUESO AMARILLO

El laboratorio de la Profeco encabezado por Ricardo Sheffield Padilla, hace notar que durante varios años las diferentes marcas han usado los términos “estilo”, “imitación” o “tipo queso”, resaltando en ocasiones la palabra queso cuando en realidad no lo son

El estudio de la Profeco estudió a las marcas de queso tipo americano verificó denominación, marca, presentación, contenido de agua, presencia de almidón, grasa vegetal, así como aporte y tabla nutrimental. PINTEREST/ Departamento de Publicidad Integral

Para un delicioso sándwich, unos macarrones, y hasta unos nachos, no hay nada igual como el acompañarlos con queso amarillo. Este ingrediente se lleva bastante bien con varios platillos y su sabor lo hace simplemente irresistible. El problema es que es una de las variedades que cuenta con más imitaciones en el mercado y vas a sorprenderte cuando sepas lo que contienen en realidad.  

El queso amarillo no solo es rico por su sabor, sino que también es muy práctico, pues guardarlo y derretirlo es muy fácil, pero antes de consumirlo vale la pena poner atención a su textura y color, para identificar los de mala calidad que pueden poner en riesgo nuestra salud.  

Queso amarillo. PINTEREST/ ElPortaldelChacinado 

Más allá de la variedad de marcas que lo comercializan, en esta ocasión queremos compartirte de qué está hecho el queso amarillo y los peligros que puede conllevar su consumo si es que no se escoge uno que sea auténtico.  

De acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor -Profeco- de México, el queso amarillo fue patentado en 1916 y comercializado en los primeros supermercados en la década de los 50.  

Su origen se remonta a Suiza en donde, a principios del siglo pasado, Walter Gerber y Fritz Stettler buscaban una manera de preparar sopa con un tipo de queso conocido como emmental. El reto era que, al romperlo y derretirlo, la grasa se separaba del resto de la cuajada, formando una especie de nata.  

Su solución fue agregar citrato de sodio, aditivo usado en la elaboración de jamones y gelatinas, que permitió que, al ser aplicado al calor, la grasa quedara atrapada en la red de proteínas, volviéndose lo suficientemente flexible para fundirse, pero no para desintegrarse.  

Como es de esperarse, cada marca tiene sus propios procesos e ingredientes pero, de forma general, el queso amarillo cuenta con una serie de aditivos, principalmente sustancias emulsificantes, como el fosfato sódico, que le dan su apariencia, además de incrementar su vida en el anaquel y darle una mayor capacidad para derretirse.  

No obstante, una de las mayores críticas de esta variedad es que, a diferencia de los quesos tradicionales, su sabor, olor, color y textura, es muy limitado. Además de que, por lo regular, se encuentra lleno de elementos artificiales que aumenta considerablemente su contenido de sodio.  

De hecho, esta variedad entra dentro de los llamados quesos procesados, pues se consigue tras moler y fundir quesos madurados, agregando además sodio, sales fundentes, aditivos y leche.  

Por su parte, la Profeco advirtió que el verdadero riesgo viene con las imitaciones que están compuestas por ingredientes como agua, almidón, grasas vegetales, caseinatos y sales fundentes, entre otros aditivos. 

Primero hay que mencionar que el queso amarillo, incluso el de mala calidad, no es perjudicial para la salud si se consume en cantidades mínimas. Pero si te excedes de su consumo debes saber que estás incrementando tu ingesta de grasas trans y saturadas. 

De ahí el porqué es tan importante identificar las imitaciones. Lo primero es revisar las etiquetas ya que, por ley, las marcas que no cumplen con lo necesario deben incluir leyendas como: 

Este tipo de opciones contienen más grasas trans que son un riesgo pues, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud -OMS-, el consumo de ácidos grasos saturados no debe aportar más del 10 por ciento de la energía. 

Debes de recordar que las grasas trans se forman cuando los aceites líquidos se convierten en grasas sólidas mediante procesos industriales. A esto se le conoce como hidrogenación y consiste en añadir moléculas de hidrógeno al aceite vegetal. El problema es que pueden causar que el colesterol "bueno" descienda, y el "malo" se incremente, provocando un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares 

El otro foco rojo es la cantidad de sal. De acuerdo con la OMS, la cantidad de sodio que ingerimos diariamente no debe superar los 6 gramos. Pero el queso amarillo contiene 238 miligramos de sodio por cada rebanada, lo que equivale al 11.9 por ciento del sodio total recomendado al día para un adulto y el 15.8 por ciento para un niño. 

Ahora que ya lo sabes, la calidad y la moderación son los puntos clave en este tipo de productos.  

Con información de SUN.

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